¿Quién dijo que tú no podías hacerlo? Y le demostraste que sí podías hacerlo y hasta mucho mejor de lo que se imaginaba.
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Todo el mundo dice muchas cosas, la pregunta es: ¿Quién dijo eso o aquello? |
¿Quién dijo que tú seguías pensando en esa persona, que inclusive te había lastimado de la peor manera? ¿Quién dijo que tú seguías teniendo sentimientos hacía él? Se nota, pensaste con sarcasmo, que esa persona no sabe ni la mitad de la verdad de la historia. Que únicamente conoce un lado de la historia, pero no el otro capítulo de la misma.
Te sientas en un banco del parque, y alzas la mirada hacia el cielo estrellado. Por ahí ves que la luna se esconde detrás de una nube que estaba pasando justo por ahí; te pones a pensar en todo lo que has vivido. Y en todo lo que han dicho de ti, a tus espaldas. Y que por cosas de la vida, tú te enteraste, sin haber estado buscando las respuestas. Piensas, inclusive, que esas personas te tienen cierto grado de celo: eres la mejor, y lo sabes, aunque lo niegas una y otra vez.
Siempre fuiste una persona calmada, sincera, modesta y humilde. Nunca te gustó que te alabaran, ni tú mismo auto-alabarte. Eso no iba contigo, y a estas alturas, tampoco irán contigo. Sabes bien quién eres, que es lo que quieres y hacia donde te diriges. Por eso no caes en esas provocaciones de chismes e intrigas. "Allá ellos", piensas con cierto enojo. ¿Tienes razón al enojarte por un grupo de personas que ni siquiera saben bien tu nombre? Puede que sí. Puede que no.
Suspiras con cierto aire de melancolía.
La nube sigue tapando a la luna. Desesperadamente la necesitas ver. Sin embargo, sin verla, te sientes calmada, porque la sientes. Y eso vale más que verla. Tu mente sigue trabajando en aquellos pensamientos. Y, en el fondo de tu corazón, ya no quieres seguir con eso. ¿Quién dijo...? ¿Por qué hizo aquel...? ¿Qué le motivo a...?
En algún momento de tu vida, supiste que las preguntas que existen siempre van ligadas o conectadas una detrás de otra, aunque quisieras separarlas, no puedes. Es como una ley que está ahí de manera silenciosa y que sólo los más perspicaces lo notarán de algún momento a otro. Tú corazón se hace pequeño ante el recuerdo de tantas injusticias que se aplicaron en tu contra. Y lo que dijeron de ti, sin haber conocido a la persona real, de quién eres tú.
Te levantas, y empiezas a caminar. A pesar de sentir que no sabes a dónde vas, inconscientemente, y en tu corazón, si lo saben. Vas a tu hogar, a pegarte un baño de agua tibia, a relajar esos músculos que han estado tensos sin saber el porqué, y acostarte, a mirar el techo, perdiéndote en tus ideas y pensamientos, como lo sabes hacer todas las noches. Hasta que el sueño te venza...
Pones tus manos en los bolsillos del pantalón, y tus ojos miran cuidadosamente el camino, y tu mente sigue trabajando, por más que te había auto obligado a no seguir con esos pensamientos. Te es inevitable, porque por un momento, sientes que ellos ganaron. Que ellos obtuvieron de ti, lo que querían: ponerte inestable emocionalmente para cometer, luego, una locura. Aquella que es realizada sin mirar las consecuencias.
Sin embargo, no caíste en su juego, y eso les frustró. Tú saliste ganando. Sabes, de manera consciente, que esto es un juego de lucha de poder. De dominar al otro, así se recurra al juego sucio. Pero tú sabes manejar las energías, y le oras a Dios pidiendo que esas personas sean bendecidas, a pesar de todo el mal que han hecho contra ti, hablando mal de ti.
¿Quién dijo que tú no tenías un noble corazón, después de todo?
Seguiste con tu camino, dejando todo atrás. Te enfocas en el presente, y lo vives intensamente, ayudando a los demás y siendo tú. Solo tú.
Porque tú ya tienes muy en claro, quién eres y hacia donde vas.
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