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Un blog donde se plasma pensamientos al aire, microrelatos y opiniones.

2012/02/27

San Valentín

—Veo que aún sigues creyendo en esta fecha ridícula —escucho la voz de hombre hablarle por detrás. Lo reconocía.

—Digamos, que si. Sólo que hay una pequeña diferencia.

—¿En serio? ¿Cuál es? —preguntó con sarcasmo, el hombre.

—No le entregaré mi corazón a un imbécil de nuevo. Prefiero pasar esta fecha sola que mal acompañada.

El hombre de ojos azules y mirada penetrante, se la quedo observando a la que fue su novia por un tiempo, en un silencio profundo. La mujer de ojos violetas y mirada tierna, le devolvía la mirada. Había algo más, eso lo sabía, pero no lograba descifrar qué. Era una batalla la que tenían, sus corazones se agitaban cada cierto tiempo, les hablaba, pero no escuchaban, y sólo quedaba esperar.

—¿Me estás diciendo estúpido? —preguntó con un poco de sorpresa.

—La palabra estúpido e idiota quedan muy pequeñas para describirte, ¿sabes?

La joven le sonreía con burla. Podría decirse que era la primera vez que ella le ganaba en una batalla a su exnovio. De una cosa se percató el hombre: ella sabía algo más, pero que no estaba dispuesta a decírselo. Vaya a saber el motivo. ¿Venganza? No, no creía que ella hiciera algo así, porqué esa mujer, que estaba parada delante de él, nunca tuvo un corazón lleno de odio o rencores.

Pero las personas cambian.La brisa besaba suavemente el rostro de ambos. No apartaban la miradas del otro, era como si trataran de comunicarse a través de los ojos, pero el hombre no podía. Ella lo llamó imbécil, y no entendía el motivo. Bueno, digamos que los hombres son un poco tarados para comprender a la mujer o lo que esta quiere decir. ¡Nunca las entiende! Si ni siquiera intentan hacerlo, todo quiere que se les dé fácil.

Oh, si. Los hombres tienen menos neuronas que las mujeres. Eso deberían saberlo los científicos que sólo viven encerrados en sus laboratorios haciendo pruebas, que a veces ni sirven a la humanidad. Pero bueno, el mundo ya está loco, nada se puede hacer. Al menos que venga el Apocalipsis, haga un saneamiento y libre al mundo de aquellos que obran el mal.

Eso no va a pasar. Nunca.

—¿Qué es lo que sabes, Xiana?

—¿Yo? —se señala a sí misma con el dedo índice —Nada. ¿Qué puedo yo saber, Axel?

—Yo sé que tú sabes algo. Me lo ocultas deliberadamente. ¿Qué quieres de mí?

—Nada. Sólo fue una mera casualidad que nos encontráramos aquí.

Pero no le creyó.

Xiana se acerco hasta donde estaba su ex, puso la mano derecha sobre la mejilla del hombre, y sutilmente le dio un beso en la otra mejilla. Y con una sonrisa de satisfacción le dijo:

—El Karma existe, Axel. Deberías de creer. Ojala no te lleves una “grata” sorpresa cuando llegues a casa.

Y enseguida se marchó, dejándolo a él solo. Axel miraba el camino por donde se fue aquella mujer. A veces solía ser un tanto misteriosa, como que sabía las cosas antes que los demás, y aquello lo sacaba de casillas. Incluso recordó como fue su ruptura, hace un par de años atrás, aquel catorce de febrero.

Los pájaros se levantaron haciendo ruido, silbaban una melodía alegre. Por supuesto que aquello no podía faltar, era catorce de febrero, día del amor y de la amistad. Sin embargo, una joven despertó con un mal presentimiento. Conocía a su novio, él no era de celebrar esas fechas, pero por alguna extraña razón, ese día cambiaria su vida.

Se dio una ducha, se puso unos jeans, una camiseta fresca y unos zapatos deportivos. Se preparo el desayuno, y luego se puso a leer el periódico. Miro el reloj, eran apenas las diez de la mañana. De seguro seguiría dormido, así que no lo iba a llamar. Pero esa sensación que tenía en el pecho, no se le iba. Prefirió ignorar la advertencia, se puso a ver televisión y justo estaban dando su serie favorita: Friends.

El tiempo pasa.

El silencio sigue presente.

Ella sabía que él no le gustaba esas fechas, también sabía que no era de celebrarlas, puesto que él no creía en ello. Y lo respetaba. Así que como mínimo, esperaba que él también respetara sus creencias y por lo menos, pasara el día junto a ella, haciendo alguna actividad, que no necesariamente tenía que ver con San Valentín. Pero su corazón nuevamente hablo.

13:00

Ya pasaba del medio día, él no la llamaba. Aunque sea para saber si estaba bien, si había salido o tenía planes que hacer. Nada. Así que tomo la decisión de ir a verlo a su departamento, hablar con él y ver si hacían algo juntos. Como hace tiempo que no lo hacían. Una corazonada le advirtió a la joven que no fuera a ese lugar, que tal vez no le gustaría ver la verdad.

Sin escuchar corazón ni mente, emprendió la marcha hacia aquel lugar. Ya se estaba preparando para lo peor, ¿qué podía hacer? Nada. Había notado que desde hace tiempo, ambos estaban distanciados, pero más provenía de la parte de él, no de ella. Casi no la llamaba, y si lo hacía, era muy escueto en su forma de hablar. Respondía con un sí o con un no, y a lo mucho con un, te amo. Y eso era porqué ya.

¿Qué era lo último que le puede pasar?

Camino por esas calles que tanto la conocía. Nació, se crió, se hizo adolescente, y luego fue a la universidad, todo en el mismo lugar. Viajaba a otras partes del país, de vez en cuando, y en una que otra ocasión, salió del país por petición de su madre. Ya saben, conocer nuevos lugares, otros aires, otra cultura. Xiana no desaprovecho aquella oportunidad. Cuando regreso, un año después, conoció a Axel.

Pero no todo fue de maravillas desde el inicio.

Fue una relación un poco tormentosa, tal vez por la diferencia de caracteres de ambos. Aún así, continuaron con su relación, hasta ese momento. Pero había notado, desde hace un par de meses, el cambio de comportamiento de su enamorado y eso la ponía intranquila. Ella lo ama, mucho, pero ¿y él? ¿Era un amor correspondido? Pero si no hablaban, no podían saber que es lo que estaban pasando.

Llego al departamento de Axel en cuestión de minutos. Cabe decir, que la distancia entre un departamento, el de ella, con el departamento de su novio, no era mucha. Se llegaba en veinte minutos a pie, diez minutos en carro. Pero Xiana decidió caminar. Tal vez, es una posibilidad, haya querido tomar aire fresco antes de enfrentar la dura verdad que vería en aquel lugar.

Saludo al portero del edificio, le dijo que iría a ver a Axel, pero que no le avisara, sería una sorpresa. No dio oportunidad al señor que le dijera que él no estaba solo. Tomo el ascensor, presiono el botón del tercer piso y el elevador empezó su ascenso. Cuando se detuvo en el piso, las puertas se abrieron y Xiana salió a paso lento. Cada vez que avanzaba hacia la puerta donde se toparía con el número 303 que era el departamento de Axel, su corazón se aceleraba, su estomago se encogía y sus manos sudaban. Estaba nerviosa. Por primera vez en su vida.

Ni cuando daba discursos delante de una numerosa audiencia, se sentía así.

Siempre había una primera vez, para todo.

Cogio la llave que tenía en su llavero, la metió en la cerradura y abrió la puerta. Xiana tenía una copia de la llave del departamento de su novio para cualquier emergencia, así como él tenía una de la suya. Entro y se encontró con el lugar vacío, excepto por unos ruidos. Avanzo, de manera temerosa, hacia el lugar donde provenía el sonido. Tal vez sean unos ladrones. No. Lo que escuchaba era totalmente diferente.

El ruido se iba aclarando, mientras más se acercaba. Era como unos gemidos, y provenían del cuarto de Axel. Cuando llego a la habitación, la puerta estaba entreabierta. Asomo la cabeza y lo que vio la dejo de piedra. Ahí, en esa cama, que tantas veces la compartió con su novio, estaba él siendo montado por una mujer de cabellera rubia. Así como entro, salio.

Y el corazón estaba hecho pedazos.

Lágrimas recorrían su rostro. No podía creer lo que estaba viviendo, era como si el sueño, de un momento a otro, se convirtió en pesadilla. Si las cosas iban mal, ¿por qué no hablo de ello? ¿Por qué no busco la manera de solucionarlo? O por último, ¿por qué no termino con ella, tiempo atrás y así se evitaba todo aquello? Las respuestas a aquellas preguntas quedaban en algún lugar, porque no aparecían.

Camino y camino, hasta que llegó a un centro comercial. No tenía ánimos para entrar, pero algo le dijo que lo hiciera. Y le hizo caso. Pues al entrar, lo primero que vio fue un local de ventas de teléfonos celulares. Daba gracias a Dios, por haber salido con su cartera, y que de la impresión que tuvo no la haya botado. Sin pensarlo dos veces, compro un nuevo BlackBerry, y empezó a llamar a sus contactos diciéndoles que por motivos de fuerza mayor tuvo que cambiar de teléfono móvil. Incluyeron también, a los contactos del BBMensenger.

Y con hipocresía, les deseo un feliz San Valentín.

Dio una vuelta por el lugar, mirando los locales, pero al mismo tiempo su mirada estaba perdida y no se fijaba en nada de lo que había en exposición. Regreso a casa, con la mente ida, en algún recuerdo. Pensaba “¿Qué hice mal? ¿En qué falle?” Pero no obtenía ninguna respuesta, hasta su conciencia se fue de vacaciones y no la ayudaba a pasar el mal momento.

Llego a su departamento. Las imágenes de esos dos en la cama, no se le iban, al contrario, la lastimaban como una daga clavada directamente al corazón. Y eso no se lo perdonaría nunca, ya vería como se vengaría, pero por lo pronto, tendría que descansar para así poder enfrentarlo sin pena ni remordimientos. Él tomo aquella decisión, no ella. Y tampoco fue la situación, porque muy bien lo pudo haber hablado, pero no busco la solución.

La más alta traición.

Eso no tiene perdón.

Tal vez Dios, si es que es tan generoso y amoroso como lo dicen.

Se sentó en su cama bien hecha, y miro hacia la ventana. Ya no le quedaba ni una lágrima por derramar. Además, ¿por qué debía seguir llorando por un hombre que no vale la pena ni merece sus lágrimas? Una sonrisa irónica se asomo por sus labios. Ahora lo comprendía todo. ¿Y en todo ese tiempo no pudo haberle dicho ni una palabra de lo que estaba pasando? Por lo visto, no.

Tomó el celular viejo y lo apago. Lo guardo en un lugar seguro y el nuevo móvil, lo dejó en la cartera.

¿Así es como actúan los hombres de verdad?

Y el corazón de un ángel se hizo negro.

El reloj marcaba el transcurrir de los minutos, y tal parecía que el sueño no la iría a visitar. No importaba, a esas alturas de la vida. Una mala noche más, no vendría mal, tal vez recuerde como era su época de estudiante de la universidad, con deberes y proyectos que debía entregar en una fecha determinada. Aunque no negaba que necesitaba un poco de los brazos de Morfeo, pero al fin de cuentas, podría servirle para pensar como encarar a su exnovio. Porqué si señores, ella ya dio por terminada la relación, sólo que él no lo sabía.

Y la noche cayó.

15 de febrero.

Él la llamaba de manera insistente, pero sólo le contestaba el mensaje de voz. Así que cansado de seguir marcando su número, tomo la chaqueta, abrió la puerta de su departamento y salio en dirección a la casa de su novia. Caminaba con mucha preocupación, sentía como si algo malo estuviese pasando, que tal vez le haya sucedido algo a ella. A pesar de que ya no siente amor por aquella mujer, aún la considera y la respeta.

¿Qué cinismo del hombre, no?

Después de todo lo que le hizo, aún la respeta. ¡Ja! Ni él mismo se cree ese cuento chino. Porque en primera, no debió de engañarla con otra, segundo, no debió haberla metido a su departamento, acostarse con ella mientras aún estaba con su novia. Lo lógico del asunto era que rompiera con ella días atrás, y ahí sí, hacer todo lo que hizo. Pero no, los hombres todo lo hacen al revés, como siempre.

Después de hablar de cómo los hombres se comportan como unos animales sin corazón, y con cinismo, pasamos a ver como le va a nuestro protagonista. Por lo que vemos, seguía caminando, ya lleva mucho tiempo haciéndolo, cabe decir, sin embargo, para él era como detener el tiempo. ¿Qué le diría cuando la vea? ¿Y si le dice que ya no la ama, y que es mejor terminar? ¿Cómo reaccionaria? ¿Bien? ¿Mal? ¿Lo mandaría al infierno? Ya, basta.

Y si. Nuestro protagonista – antagonista no quiere pensar en las consecuencias de sus actos. Bien, una vez más se comprueba que los hombres no poseen neuronas, y piensan con la segunda cabeza.

Finalmente llegó al departamento de Xiana. Toco la puerta. Nada. Volvió a tocar la puerta. Nuevamente el silencio le respondió. Así que tomo la copia de la llave que tenía, la metió en la cerradura y abrió. Se encontró con el lugar vacío. ¿Será que salió? Bueno, ya lo averiguaría. Camino a paso lento, y a medida que avanzaba escuchaba el agua caer. “Ah, está en el baño” pensó con alivio.

Xiana salió del baño envuelta en una toalla, y con otra se secaba el cabello. Estaba bien, aparentemente, hasta que vio una sombra sentada en un rincón de su cuarto. Oh, no. Era en esos momentos que se maldecía por haberle dado una copia de la llave de su departamento. Suspiro. Bien, si tenía que enfrentarlo en ese momento, lo haría. Así podría vivir en paz por el resto de su patética vida.

Amén.

—Te estuve llamando, Xiana.

—Oh —había olvidado que él era un hombre directo. Bien, que empiece el juego.

—Xiana, ¿por qué no me contestaste el teléfono? —pero que cínico que es.

—Esta bien —soltó un suspiro —. Te contare lo que me paso. Ayer salí a dar una vuelta por el parque, recibí una llamada de una amiga y unos niños que estaban jugando, me hicieron asustar, y del susto afloje el móvil y este cayó en el agua. Así que no tengo móvil, y no sé cuando tenga uno nuevo —oh, mentirosa. Bien que te compraste uno y el otro lo tienes oculto en quien sabe donde.

—Oh. Pudiste haberme avisado, Xiana —claro, como no. Bien que estabas ocupado con la otra.

—Axel, seré directa contigo —y vio como en los ojos azules de él, cruzo un poco de miedo —es mejor que nos distanciemos por un buen tiempo. Ambos necesitamos una nueva vida, pensar en las cosas, y darnos un respiro, no nos haría un mal.

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—¿Estás segura, Xiana? Mira…

—Axel, estoy más que segura. Lo he pensado y es lo mejor para los dos.

Él se levanto, le dio un beso en la mejilla, era lo más decente que podía hacer, y se marcho. Antes de irse, dejó la copia de la llave sobre la mesa. Bien, ahora podría decirse que ambos son libres, no tienen ataduras y que podrían hacer de su vida como les plazca. En distintas partes, tanto Axel como Xiana soltaron un largo suspiro. El uno por no ser valiente y decirle la verdad, la otra por estar llena de melancolía.

Tres meses después, Xiana se entero que Axel se casaba.

Y eso fue todo.

Axel aún tenía la duda de que Xiana hubiese sabido acerca de su infidelidad, nunca le dijo el motivo de su separación, pero él no iba a rogarle ni tampoco iba a esperar el tiempo suficiente para volver con ella. Tal vez, y la razón más lógica que se da, es que aquella mujer se canso de su personalidad. Él no creía en el día San Valentín, tampoco le deba la gana de acordarse de los aniversarios – tanto de cuando se enamoro, como cuando se casó-, para él, eran fechas estúpidas y que no tenían sentido.

Sonrió recordando todas esas cosas. Camino hasta su carro, se subió a él, lo encendió y emprendió marcha hacia su hogar. De sólo imaginar a su esposa esperándolo con la comida ya preparada, se le hacia agua la boca. Pero, como en su momento dijo Xiana, el karma existe y no tiene la menor idea de lo que se encontrará en casa. Tal vez se decepcione o tal vez se enoje consigo mismo por ser tan imbécil.

Y le daría toda la razón a Xiana.

Pero su orgullo de macho infernal no se lo permitía.

Llegó a casa. Todo estaba oscuro. Podría ser que su mujer le este esperando con una sorpresa, pero ella sabe bien que a él no le gustan ese tipo de cosas. Estaciono el auto de manera correcta, se bajo y camino hasta su hogar. Entro y el silencio lo recibió. Se extraño, mucho. Bueno, tal vez su esposa salió hacer alguna compra, por la fecha. No le dio mucha importancia.

Emprendió la marcha hasta su habitación, de la manera más tranquila que pudiera tener.

Y unos gemidos se escucharon.

¿Qué demonios…?

Paso a paso, y lentamente caminaba. Los gemidos se hacían más fuertes, vio la puerta de la habitación que estaba entre abierta, y una tenue luz era lo que dejaba ver, aún así, no demostraba toda la claridad posible. Aquello no podía estar sucediendo, es decir, ella juro serle fiel, estar a su lado en las buenas y en las malas, ¿cómo podía hacerle eso?

Y aquí vamos con el machismo…

Y los vio.

Su esposa, su amada esposa. Si, sé que sonó demasiado cursi y trágico, pero si no se pone eso en la línea, se quita toda la emoción. ¿En que estábamos? Ah, si. Su amada esposa le estaba poniendo los cuernos con otro hombre, ¿por qué? Es decir, él le daba todo lo que ella necesita, jamás le faltaba algo y siempre estaba a su lado. Mal amante no era, incluso sus exnovias se lo habían dicho en alguna ocasión.

El Karma existe, Axel. Deberías de creer. Ojala no te lleves una “grata” sorpresa cuando llegues a casa.

¿Acaso Xiana se refería a esa “grata” sorpresa?

¿Cómo lo supo?

Karma, hermano, karma.

Y justo cuando iba a llegar, escucho la voz de otro hombre llamarla por su nombre.

—¡Telma! ¿Por qué?

Era su marido. Debería estar sorprendida, pero en vez de eso, estaba frustrada. ¿Saben lo que significa que la dejen a uno con un orgasmo atravesado? ¿No? Experiméntelo y sabrán lo que se siente. Háganlo, y verán que no es nada bonito. Telma se separo y Axel pudo reconocer el rostro del hombre quien se estaba cogiendo a su mujer. ¡Era su mejor amigo, Henry!

¿Pero que demonios…?

—Viniste temprano, Axel —comento la mujer de cabellera rubia con toda la tranquilidad del mundo.

—Vine a pasar con mi mujer, pero veo que no es así.

—¿Eres ingenuo o te haces?

—¿A qué te refieres, Telma?

—Desde hace tiempo que estamos distanciados, y no haces nada para salvar tu matrimonio.

—Sabes bien que detesto el catorce de febrero, así como las fechas de aniversario, Telma. Eso no va conmigo.

—¿Ves, Axel?

Axel se extraño ante aquella pregunta de su esposa, pero sobre todo, de su actitud. Ella no era así. Cuando la conoció, nunca se comporto así, ni cuando fue la amante mientras él estaba con Xiana. Todo parecía salido de una película romántica en donde no hay ni cabeza ni pies, pero tendría cuerpo. Un mal argumento, y donde todo fue felicidad, se transforma en tristeza y en dolor.

Karma.

—Las mujeres nos gusta que nos traten como una reina, Axel. No importa si es el catorce de febrero o la fecha de aniversario, pero tú no haces eso. ¿Qué esperabas de mí?

—Que seas mi mujer. Que me atienda con la comida, me trate bien en la cama y tengas la casa ordenada.

—¿Sabes que te puse los cachos desde el primer día que nos casamos?

—¿Qué?

—Lo que escuchas querido —lo dijo con una sonrisa burlona en su rostro —Yo sabía que tú querías eso, porque eres machista. Axel, tu forma de ser espanta a cualquiera. Por algo tu antigua novia te dejo, porqué fue ella quien lo hizo, ¿no?

—Telma…

—Tu error, Axel, es creer que ya tienes amarrada a la mujer y que esta no se va a ir nunca. Que sólo estará para ti, y que te servirá sin que tú le des algo a cambio. Eres pobre de alma, Axel, me compadezco de ti.

—Telma…

—En tres días te llegara los papeles del divorcio. Espero que los firmes sin ningún berrinche. Es por nuestro bien. Tú seguirás sólo, salvo que buscaras a mujeres de turno que te satisfagan en la cama, y yo haré mi vida a lado de Henry, formando una familia y teniendo hijos. Él si que sabe tratar a una mujer.

—¿Qué significa eso, Telma?

—Henry estuvo a mi lado cada catorce de febrero, y cada fecha de nuestro aniversario de bodas. Me hizo el amor como ningún otro hombre me lo ha hecho, me regalo una cena en un hermoso restaurante, además de flores. Él me dio, lo que tú no me diste.

Axel miro a su antiguo mejor amigo, porque en ese momento ya no lo era, vio que se mantenía en silencio, y que esperaba que se fuera para poder vestirse tranquilamente. Su exmujer lo humillo de la peor forma. La miro de nuevo a ella, y estaba tranquila. Por lo que le dijo, noto que no tenía ningún remordimiento de haberle hecho lo que le hizo. Y esta vez, él perdió todo.

Se dio la media vuelta, salió de la habitación y se quedo parado en la sala mirando las pocas fotos que tenía de los dos. Sólo eran tres, y eso por insistencia de Telma. Que ironías de la vida, ¿no? Pero tenía que darle el crédito a Xiana, ella lo supo todo en este tiempo. Por eso se atrevió a decirle aquellas palabras momentos atrás. La pregunta del millón es: ¿cómo lo supo?

Ya no venía al caso.

Ella lo dejaba por otro hombre, que resulto ser su mejor amigo. Oh, si. Historia cliché, pero ¿eso no pasa en la vida real? Si, y bastante. Es tan común…

Unos minutos después salía su, todavía, esposa con Henry. Se la veía feliz, de eso no dudaba. Entonces si es cierto lo que dicen de él. Que es un ser insensible, frío, déspota y otras cosas que no valían la pena recordar. Pero también hay que reconocer que no siempre todo fue su culpa. Simplemente fue un hombre que no supo manejar las emociones, y que es una persona incomprensiva en cuestiones sentimentales. En otras palabras, no entiende a las mujeres. Pero tampoco es gay.

¿Dudas?

—Bien, Axel. Creo que es nuestra despedida.

—Si, eso veo, Telma.

—No te olvides de firmar los papeles de divorcio, es lo mejor que puedes hacer. Yo quiero ser feliz, y supongo que tú también.

—Si, eso creo… Cuídate mucho.

Telma y Henry abandonaron el departamento.

Henry no dijo una sola palabra, no porque no quisiera, sino porque era un asunto de Telma y que ella lo tendría que manejar. Además, era un capítulo más en la vida de ella que tenía que cerrar, y él no iba a intervenir por ningún motivo, salvo si Axel se hubiese portado de manera violenta, cosa que no sucedió. Sentía pena por él, porque habían sido amigos desde hace mucho tiempo, pero no iba a permitir que la tratara de aquella manera, siéndole indiferente.

Telma se merecía mucho más.

Y Axel no era el hombre para ella.

Sin más que decir, salió de su departamento, camino hasta su cuatro por cuatro, se subió y arrancó hacia algún lugar de la ciudad. Quería despejar la mente. Karma. Ahora aprendía la lección: No hagas a otros, lo que no quieres que te hagan a ti. Pero como se iba a imaginar aquello. Bueno, en algún momento de su patética vida, lo pensó, pero no le prestó demasiada importancia.

Creyó que ella lo aceptaba tal cual, bueno, al principio cuando uno es enamorado y no sabe en donde diablos se tiene la cabeza, y se esta de luna de miel todos los días, nunca se iba a notar el defecto. O tal vez se pensó que uno de los dos iba a cambiar, una vez contraído el matrimonio. Error garrafal el pensar así. Eso no se hace, nunca. El amor provoca que a uno le de lapsus brutus momentáneo, y después de haber metido la pata, se estén lamentando de las consecuencias.

En fin. Ninguno de los dos cambió, siguieron como eran, y eso mando al diablo su matrimonio. Fin de la historia, ¿no? Bueno, podría decirse que sí, pero falta algo más, como por ejemplo, ¿qué pasó con Xiana? ¿Habrá encuentro con Axel o no? La gente por naturaleza es curiosa, y ustedes y yo, sabemos que se iban a quedar con las ganas de saber que paso al final.

En un restaurante que hay en el centro de la ciudad, se encontraba Xiana con una amiga de ella de la época de la universidad. Conversaban de lo que había sido de la vida de ambas, y como se encontraban ahora. Ninguna de las dos tenía pareja para pasar el día, pero San Valentín no sólo es de amor, también es de amistad y los amigos cuentan. Pero nada como estar ese día junto con el ser que amas y que él te corresponda.

Eso es imposible.

Hombres insensibles.

Xiana logró divisar por el rabillo del ojo, un carro cuarto por cuarto color negro. No le prestó atención hasta cuando vio al hombre que daba la vuelta al auto, y caminaba en dirección al restaurante. “¿Qué hace aquí?” Se preguntó, pero borró la posible respuesta de su mente. Al fin de cuentas, no debería extrañarse de verlo ahí, era su restaurante favorito cuando estaba sumido en la tristeza.

Siguió conversando con su amiga, ya que ambas no tenían planes para esa fecha. Y bueno, digamos que se enteraron de los últimos chismes de quienes fueron sus compañeros de la universidad. Pero la mente de Xiana estaba en Axel. Lo quería, lo apreciaba después de todo, pero no le iba a perdonar lo que le hizo años atrás. En eso, era una mujer que difícilmente perdonara semejante fallo, ella no toleraba la infidelidad.

Y él le monto los cuernos.

Tras una excusa vaga por ahí, que su amiga no se dio cuenta por estar entretenida leyendo el BlackBerry Messenger, Xiana pago la cuenta, se despidió de manera sutil, y salió del sitio. Primero necesitaba aire fresco, segundo, tenía que pensar en muchas cosas. Aparte que no quería estar en el mismo lugar que Axel, no lo odiaba, pero si pudiera estar apartada de él el tiempo necesario, lo haría. Él no le hacia ni un bien, para su salud emocional y psicológica.

Vio el primer taxi que pasaba y le hizo seña para que se parqueara. Necesita ir a un lugar, aclarar sus dudas y tratar de buscar la paz que no la tenía desde aquella vez. No odiaba el catorce de febrero, de hecho, para ella era una simple fecha más del calendario que se debía cumplir. Sus ilusiones se habían muerto aquél día, años atrás. Se subió al taxi, le indico al chofer el lugar a donde quería ir y emprendieron la marcha hacia su nuevo destino.

No se percato que un par de ojos azules la habían estado viendo todo este tiempo. El hombre sonrió para sí mismo y murmuro las siguientes palabras:

—Así que Xiana, tú lo sabías todo, ¿verdad? Muy pronto, más de lo que te imaginas, nos volveremos a ver.