En tu día especial, "padre"

Papá:

Hoy es un día que se celebra una fecha importante: el día del padre. Se supone que se debería celebrar todos los días; más yo no tengo ánimos de celebrar nada. Se preguntará, ¿por qué? Tal vez yo no tenga las palabras adecuadas para expresar todo lo que este corazón siente, o lo que mi mente piensa; es tan difícil expresar con simples letras o frases.

Yo no celebro este día, porque es algo simple: no me agrada, no me llama la atención. Me alegro por los otros padres que si logran festejarlo como se debe, porque ellos SI saben ser padres. Una vez escuche por ahí, y de la cual doy fe en ello, que padre no es el que engendra sino el que cría. Y usted, señor, sólo me engendro más no me crió ni me cuido como se debía. Confieso que tengo un abuelo y un tío que son como un padre para mí, me han dado de todo, pero no llenaron ese espacio que usted dejo.

No le odio, pues al fin y al cabo no vale la pena tener aquel sentimiento ante una persona como usted; cabe decir que usted no debe llamarse "humano", peor "persona", porque alguien no haría lo que usted hace conmigo, su hija. Pero siempre he dicho: todo en esta vida se paga, y usted no estará libre de ello; pagará tal vez con creces, por cada acción negativa, de odio contra mi. No debo el porqué pagar platos rotos.

Dice ser padre, dice ser persona, pero no es ni lo uno ni lo otro. Tal vez lea esta carta, no es la primera, pero si es la primera en que puedo hablar con un corazón tranquilo, sin lleno de odio, o de rencor hacia usted. La primera vez que puedo escribir, sintiendo lastima por alguien, quien con su actitud sólo ha demostrado infatilismo e inmadurez. Yo sé, doy fe y esperanza, de que algún día recibirá el castigo que se merece, ya no me preocupo de lo que haga o deje de hacer.

No estuvo cuando lo necesite, tampoco fue necesario, hubieron y hay personas valiosas que han hecho de mi vida lo más alegre y divertida posible; fueron ellas, precisamente, que me dieron su hombro para llorar, sus oídos para escucharme y sus labios para aconsejarme y apoyarme.

Espero que pueda disfrutar de su día, aunque a mi me resbala. No me importa ni me interesa. Hoy la pasaré de manera tranquila, olvidando por un momento que es su día. Quien se debe llevar ese honor de pasar este día es mi madre, porque ella fue madre y padre, trabajo para darme lo que tengo hoy, para que yo sea quien soy ahora: una persona de bien y de noble sentimiento.

Con esta carta hacia usted, cierro un capitulo de mi vida. Daré vuelta a la página, olvidando de quien fue usted en mi vida, olvidando de que usted no es nada ni nadie. Le agradezco por haberme dado la vida, pero sobre todo, por sus acciones, porque con eso pude ver en usted el ejemplo claro de como la ambición, el poder y la corrupción daña la nobleza de un corazón puro; donde finalmente pude observar y saber que no todos somos iguales y que habrá personas mejores.

Sin más me despido, no hay que agregar nada de lo que ya he dicho, salvo, como dije anteriormente, hoy he podido escribir esta carta sin odio y rencores; hoy he dado por finalizado ese capitulo de mi vida con usted, empezando uno nuevo, pero sobre todo, teniendo fe y esperanza que se hará justicia y usted, pagará por todos los daños emocionales que ha cometido hacía mí.

Atte:

D.D.