¿Quién dijo? Parte II

¡Ah! Pero que suerte la mía, ¿verdad?

Acabo de encontrar un pedazo de servilleta y una pluma que tiene la tinta a la mitad. Tal vez no me alcance para escribir mucho, pero lo importante es que saque todo lo que llevo dentro, ¿no? Al fin y al cabo ese es el fin.

Transmitir.

Haber, ¿dónde me quede la vez pasada? ¡Ah, si!

¿Quién dijo que yo soy un alma fría y sin sentimientos?

Será acaso que no han escuchado la frase: La apariencia engaña. No, creo que no. Por fuera no demuestro emoción alguna, ¿para qué? Si al fin y al cabo yo no sé quien es en realidad el que está a mi lado, puesto que puede ser un buen samaritano, como puede ser un vil delincuente. No me pondré a buscar razones, estás suelen llegar por sí solas.

Mentiras.

Engaños.

Infidelidad.

¿Qué es lo que tienen en la cabeza? ¿Por qué lo hacen?

Muchas preguntas, y sigue sin haber respuesta. Tampoco es que me interese buscarlas, no estoy apresurada por saberla, no me interesa. Prefiero guardarme para mi, para mis amigos de verdad, lo que soy yo realmente.

¡Ah! Pero es que a la gente le gusta juzgar de buenas a primeras, ¿no? ¡Que error! Puesto que si conoces a la persona, no sabes si lo haces en un buen o mal momento.

¡Bah!

No me meteré hablar sobre algo, que al final de cuenta pueda causar polémica. Todos tenemos puntos de vistas diferentes, pero hay gente que suele pasarse de la raya, y no sólo eso, suele ser hasta grosera cuando escriben.

Yo no tengo paciencia para esas cosas, sinceramente.

¿Quién dijo que yo era sarcástica?

¡Maldición! Se me acaba de nuevo la tinta de esta pluma y ya no tengo espacio en la servilleta. Pero no se preocupen, les contestaré la siguiente vez. Ojalá sea en una hoja, donde pueda expandirme y hablar. Por ahora, me retiro.

To be continue